¡Saludos solidarios desde Alemania, Bélgica y Suiza!
Hemos decidido comunicarnos con ustedes de esta manera por dos razones:
Porque el periódico El Tiempo se negó a publicar nuestra Carta abierta a Álvaro Uribe Vélez, presidente de la República de Colombia, a pesar de que la pagábamos como un anuncio a precio muy alto.
Porque esta vez, no sólo queremos dirigirnos al Presidente de la República y otros políticos sino a todos ustedes, al pueblo. Creemos que la globalización debemos realizarla desde abajo.
¿Por qué escribimos al Presidente de Colombia?
La Central Sindical Suiza SGB y sindicalistas belgas, suizos y alemanes escribimos la carta adjunta porque estamos consternados e indignados por los nuevos asesinatos de sindicalistas en Arauca. Pero no solamente se trata de Arauca, ya que tenemos una larga lista de reclamaciones de las que mencionaremos solo algunas.
Como sindicalistas, obviamente, nos sentimos especialmente solidarios con todos los compañeros y compañeras de los sindicatos colombianos. Estamos horrorizados de que en los últimos dieciocho años cuatro mil sindicalistas hayan sido asesinados. Muchos están desaparecidos, han sido torturados, están encarcelados o –incluidos sus familiares– están amenazados de varias maneras. El objetivo de esta violencia es, sin duda, la destrucción de la organización sindical como fuerza social y opositora en la sociedad colombiana. Pero nosotros no vamos a observar esta política de brazos cruzados.
Tan grave como los asesinatos es el hecho de que más de 90% de esos crímenes han quedado impunes, invitando a los criminales de continuar. Está documentado y reconocido internacionalmente la colaboración entre los paramilitares y el ejército colombiano. Este facto increíble es incompatible con la democracia. También sabemos que jueces y abogados están amenazados si intentan perseguir seriamente estos delitos. Igualmente conocemos la grave situación de los milliones de desplazados.
El deseo de una paz justa
En nuestras visitas a Colombia también percibimos que existe un gran deseo por la paz, pero la verdadera paz sólo se da con justicia. Esto es una verdad muy antigua. No se puede alcanzar la paz con bombas, ni en Irak ni en Colombia. En lugar de adquirir más armas cada vez más costosas e importar alimentos, se podría luchar contra la pobreza haciendo una reforma agraria justa; en lugar de privatizar empresas, resolver el desempleo. ¿No serían estas medidas más eficaces para promover la paz?
El petróleo y las inmensas riquezas naturales del país podrían favorecer a todos. Sin embargo donde hay petróleo y gas, hay tensiones sociales y guerra; existe una guerra global por las reservas de materias primas, sea en Venezuela, Bolivia, Irak, Nigeria o Sudan. El petróleo, en vez de ser bendición para los pueblos, se ha convertido en una maldición.
El mundo está al revés. En lugar de solucionar el problema de las drogas, en los países consumidores como el mayor mercado, se han fumigado vastos territorios suramericanos con herbicidas. Estamos convencidos de que el problema de las drogas no se puede solucionar con fumigaciones y el conflicto armado no se puede solucionar con helicópteros de combate y una red de informantes, sino todo lo contrario.
Solidaridad y el cariño de los pueblos
Nosotros como europeos y europeas no queremos solamente criticar a los demás. A las poblaciones indígenas especialmente queremos decirles que somos conscientes que desde Europa se cometieron crímenes indescriptibles contra ellos y fueron explotados brutalmente. La madera de sus bosques servía para construir los barcos de guerra de los ejércitos europeos que dominaban los mares del mundo; el oro y la plata robados y el trabajo de los esclavos posibilitaron la temperana industrialización de nuestros países. Y hoy es el petróleo que alimenta nuestras productivas fábricas, en las que empezamos a movilizarnos contra los ataques a nuestras conquistas sociales.
Estas son las razones por las que también nosotros nos oponemos a la “moderna” forma de colonialización que es el llamado libre comercio (ALCA) y el endeudamiento irracional. Queremos relacionarnos con la gente de otros países, sobre la base de la soberanía y la igualdad y no como competidores en las guerras de competencia de las multinacionales.
¡Globalicemos la lucha y la esperanza!
¡Globalicemos la solidaridad!
Carta abierta al Presidente de la República de Colombia
Álvaro Uribe Vélez
Berna, Bruselas, Wuppertal 20 de agosto del 2004
Señor Presidente:
Desde hace muchos años observamos desde Europa, con gran pena e indignación, la situación política y social en Colombia.
Solamente en los últimos años ha habido más de 500 asesinatos de sindicalistas. Los sindicatos suizos y alemanes hemos constatado sobre el terreno, la sistemática persecución y violencia ejercida contra las organizaciones sindicales y sociales colombianas.
Hemos tenido conocimiento, a través de la CUT, varias ONG y organizaciones que se ocupan de los derechos humanos, del asesinato de tres líderes sindicales el pasado 5 de agosto en el caserío de Caño Seco municipio de Saravena en Arauca. Se comunica que Héctor Alirio Martínez, Leonel Goyeneche y Jorge Prieto han perdido la vida, según nuestras informaciones, a manos del Ejército colombiano. Además nos informaron de la detención de Samuel Morales, Presidente regional de la CUT, y Raquel Castro, dirigente sindical de ASEDAR, sindicato del magisterio.
Con mayor preocupación aún, observamos las declaraciones de mandos militares y del señor Vicepresidente de la República, Francisco Santos, que justifican los asesinatos amparándose en la existencia de procesos judiciales contra las víctimas, obviando de plano que éstas contaban con medidas cautelares de protección dictadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Hemos conocido personalmente a algunas de las víctimas y podemos constatar los esfuerzos que realizaban en favor de sus organizaciones, de la defensa de los derechos humanos, y así han sido portavoces de las comunidades araucanas en las numerosas movilizaciones, marchas y paros cívicos.
Señor Presidente, la urgencia moral y la obligación constitucional de esclarecer los hechos exigen determinar responsabilidades y castigar a los culpables. Por esto se necesita una investigación imparcial con participación internacional que esclarezca la verdad y cumpla con las demandas de justicia y reparación de este execrable crimen. Solicitamos adicionalmente, Sr. Presidente, que la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Colombia y otras organizaciones humanitarias nacionales e internacionales, sean invitadas a formar parte de esa comisión.
Luto e ira nos conmueven pensando en estos tres hombres, sindicalistas valientes, que dejan sus familias y su gente. Estos asesinatos quieren destruir el tejido de las organizaciones sindicales y sociales, pero no lo lograrán. Por último rechazamos el evidente complot contra la CUT que muestra claramente las deficiencias democráticas en su país. Exigimos la libertad inmediata de Samuel Morales y Raquel Castro y que no se produzca ni una muerte más.
¡Basta con los asesinatos de sindicalistas en Colombia!
Solicitamos al Gobierno colombiano:
Que elabore una política global de Derechos Humanos que cumpla plenamente los compromisos internacionales de Colombia, las recomendaciones de la ONU y otras organizaciones intergubernamentales, incluidas las relativas a actuar para poner fin a la impunidad, hacer frente a los grupos paramilitares respaldados por el ejército, disolverlos y garantizar la seguridad de los sectores de población más vulnerables.
Que garantice que se lleven a cabo investigaciones exhaustivas e imparciales sobre las violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario, que garantice que los responsables de esas violaciones comparezcan ante la justicia; que los miembros de fuerzas de seguridad que las investigaciones judiciales o disciplinarias concluyan que han estado implicados en casos de violaciones de los derechos humanos o connivencia con los paramilitares, sean apartados de sus puestos hasta que se determine su culpabilidad o inocencia.
Que anule las propuestas que amenazan con arrastrar aún más a la población civil al conflicto armado y con reinventar el paramilitarismo a través de medidas como la red civil de un millón de informantes o el ejército de soldados campesinos.
Que ponga fin a su peligrosa campaña para deslegitimar el trabajo llevado a cabo por los defensores de los derechos humanos, los activistas en favor de la paz y los sindicalistas, muchos de los cuales han sido víctimas de detenciones en masa, detenciones arbitrarias y asaltos a domicilios y oficinas.
Vasco Pedrina, Presidente del Sindicato de la Construcción e Industria, GBI, Suiza Paul Rechsteiner, Presidente de la Unión Sindical Suiza, SGB Paul Lootens, Secretario Federal de la Central General Belga FGTB Ulrich Franz, BaSo-Chemiekreis de Alemania Bea Sassermann, Dirigente sindical en la Empresa Bayer de Alemania