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III Encuentro del Movimiento de Víctimas de Crímenes de
Estado
Declaración
Final
Ocho propuestas para la verdad, la justicia, la reparación
integral, la memoria y la no repetición de los crímenes
contra la humanidad
El segundo gobierno del presidente Álvaro Uribe
Vélez implicará un nuevo nivel de la crisis nacional.
Su plan estratégico, contenido en documentos como el plan 2019,
apunta a aniquilar los aspectos más avanzados de la Constitución
de 1991, extender la militarización de la vida nacional, y poner
en práctica el Tratado de Libre Comercio, entre otros elementos
de un modelo netamente autoritario en el plano político, y profundamente
regresivo en el plano social.
Este
contexto repercutirá, sin duda alguna, en un mayor deterioro
de los derechos humanos, las libertades públicas, y los derechos
sociales. La política de “seguridad democrática”
incrementa las medidas represivas y arbitrarias, las ejecuciones extrajudiciales
y la brutalidad en el uso de la fuerza por parte del Ejército
y la Policía, la militarización del país, la actuación
ilegal de los agentes del Estado, y una mayor intervención militar
de los Estados Unidos en el conflicto armado interno.
Los acuerdos contenidos en el Tratado de Libre Comercio
constituyen la base de la extensión del empobrecimiento masivo
a sectores agrarios e industriales que se verán indefectiblemente
discriminados por una competencia que favorece únicamente a la
economía de los Estados Unidos, y a los intereses de las multinacionales.
A esta alianza, contraria a las fuerzas productivas del país,
el actual gobierno añade una propuesta de reforma tributaria
que libera al gran capital de impuestos, y redistribuye la carga en
las capas menos pudientes de la población, lo que significa una
mayor concentración de la riqueza y una extensión social
de la pobreza absoluta.
En el centro de este modelo está el tratamiento
de favorabilidad otorgado al paramilitarismo que ha permitido, en los
últimos cuatro años, su reingeniería económica,
política y social. Lejos de un proceso de desactivación
de las estrategias paramilitares, en muchos lugares del país
la consolidación del poder narcoparamilitar se ha visto favorecido
por la apariencia de un proceso de desmovilización y reinserción.
En estas zonas el proceso de control social ha seguido los mismos pasos.
Luego de la incursión violenta de los grupos paramilitares respaldada
por las unidades del Ejército y la Policía (realizada
por medio de masacres, desplazamientos forzados, establecimiento de
centros de exterminio en las zonas rurales y desaparición de
los cuerpos en fosas comunes), se ha instalado el control social y político
a través de la infiltración de las instituciones, para
después instituir el lavado de activos, la contratación
de obras públicas, la inversión en sectores como el de
la construcción y procesos de legalización de la apropiación
violenta de tierras.
La respuesta a este modelo de sociedad antidemocrático
ha sido un significativo ascenso de la acción pública
de los movimientos sociales, de la cual hace parte la creciente convergencia
y organización de las asociaciones de víctimas y sobrevivientes.
Reunido en su Tercer Encuentro Nacional, el Movimiento
de Víctimas de Crímenes de Estado presenta a la sociedad
colombina ocho propuestas encaminadas a hacer realidad los derechos
a la verdad, la justicia, la reparación integral, la memoria
y la no repetición de los crímenes contra la humanidad
y los genocidios.
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Una estrategia jurídica que persiga
a los máximos autores de los crímenes y la responsabilidad
de los agentes estatales
Para el Movimiento de Víctimas de Crímenes
de Estado, la estrategia paramilitar ha sido diseñada, operativizada
e institucionalizada por el Estado colombiano mediante la creación
de diferentes dispositivos, entre los cuales se cuentan normas jurídicas
que han legitimado su accionar, y otras que buscan legalizar la impunidad
de sus crímenes. Así, los instrumentos jurídicos
utilizados en el llamado proceso de “negociación y desmovilización”,
como la Ley 782/02 y el Decreto 128/03, han servido para el otorgamiento
de indultos y amnistías al 93 % de los paramilitares. Otras
normas complementarias han concedido beneficios económicos
y subsidios a quienes se han desmovilizado, sin ni siquiera verificar
su pertenencia a los grupos paramilitares, y mientras continúa
el proceso de consolidación económica, política
y social, y la ejecución de nuevos crímenes a lo largo
y ancho de la geografía nacional. Por su parte la Ley 975/05,
mal llamada de “justicia y paz”, y su decreto reglamentario
4760/05, pretenden cerrar este ciclo de impunidad. En su versión
original, estas normas no disponen las garantías necesarias
para reconocer los derechos de las victimas a la verdad, la justicia
y la reparación integral y a la no repetición de los
crímenes. Tampoco reconocen la existencia de víctimas
del Estado, y buscan encubrir la responsabilidad estatal en el surgimiento,
accionar, desarrollo y consolidación de la estrategia paramilitar.
A pesar de que la Corte Constitucional ha producido la sentencia C-370
-cuya redacción final aún no se conoce- en la
que se introducirían algunas limitaciones a estos extensos
beneficios, desde ya es evidente que el Gobierno Nacional y los paramilitares
emplearán toda clase de estratagemas para conseguir la impunidad,
y mantener a salvo los capitales obtenidos con crímenes atroces,
y legalizados hoy en operaciones de lavado de activos.
 Por
ello develar estos mecanismos de impunidad es uno de los retos y desafíos
que tiene el Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado,
usando diversas instancias y procedimientos jurídicos, tanto
nacionales como internacionales. Recurriendo al acumulado del proyecto
Colombia Nunca Más, dilucidará la verdad de lo ocurrido
a través de la recolección del testimonio de las víctimas,
y documentará las nuevas formas de reingeniería paramilitar.
Para este fin, esclarecerá los vínculos entre paramilitares
y autoridades civiles y militares, así como los crímenes
que siguen cometiendo, y pondrá en claro la identidad de los
beneficiarios de los mismos.
El Movimiento de Víctimas exige que se sancione a los máximos
responsables de más de 50.000 crímenes de lesa humanidad
cuya documentación fue puesta a disposición del Fiscal
General de la Nación el 29 de junio de 2006, y pide que se
hagan efectivas en lo inmediato las órdenes de captura existentes.
El Movimiento de Víctimas reafirma su exigencia de que los
políticos corruptos, los empresarios, ganaderos y terratenientes,
los intermediarios de multinacionales que han sido determinadores
de estos graves delitos sean sancionados ejemplarmente, con condenas
penales proporcionales a sus delitos y con medidas judiciales que
les impidan el ejercicio futuro de cualquier cargo público.
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Una estrategia para la verdad y la memoria
histórica
El Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado
ha expresado en diversos pronunciamientos su postura sobre la verdad
y la memoria históricas. La verdad es un fundamento insoslayable
para la superación de la impunidad de los crímenes contra
la humanidad, y para la plena realización de los derechos a
la justicia y la reparación integral. Para el Movimiento de
Víctimas la dilucidación de lo que ha pasado no es un
procedimiento que se realice en secreto y en la intimidad con los
afectados por la violencia. La verdad y la memoria históricas
son parte de un proceso de democratización de la sociedad y
una oportunidad para que las fuerzas sociales que han sido excluidas,
perseguidas y estigmatizadas puedan participar de la vida pública.
También es un proceso que debe impugnar seriamente el pretendido
carácter democrático del régimen político
colombiano, y debilitar la legitimidad social de los grupos de poder
que han logrado, mediante el ejercicio sistemático de la mentira
y la justificación de los crímenes, mantener una imagen
de respetabilidad social y responsabilizar a las víctimas de
la agresión a la que han sido sometidas durante prolongados
períodos.
La información acumulada más importante de la que dispone
el Movimiento de Víctimas para avanzar en el esclarecimiento
histórico se encuentra plasmada en el proyecto Colombia Nunca
Más. Este esfuerzo investigativo de más de una década
sustenta sólidamente la existencia del terrorismo estatal en
Colombia, no como una noción ideológica, sino como una
realidad empíricamente demostrable. Por esa razón, la
difusión social y la utilización jurídica de
esta información son tareas estratégicas para las víctimas
del Estado.
En cuanto a las fuentes de la verdad histórica se deben fortalecer
la recolección de testimonios, las pruebas forenses que sustentan
los datos estadísticos, la búsqueda de documentos con
valor probatorio, el trabajo sobre los archivos oficiales, las acciones
de habeas data. Sobre este último tema se requiere conocer
la ubicación de los archivos oficiales y los lapsos de desclasificación
de los documentos que contienen. Asimismo se necesita entrar en contacto
con organizaciones que en Estados Unidos trabajan en la desclasificación
de documentos oficiales que atañen a la intervención
militar y política en países latinoamericanos. Con relación
a los crímenes que falta documentar, o cuya información
debe ser sistematizada y agrupada se requiere que el Nunca Más
clasifique los procesos de exterminio de grupos y colectividades,
o en otras palabras que documente la existencia de los genocidios
y procesos de exterminio. Igualmente que documente los crímenes
de guerra de origen estatal, y que realice un esfuerzo de sistematización
sobre el desplazamiento forzado, las detenciones arbitrarias y el
exilio por razones políticas.
Para conservar y difundir la información acumulada se propone
que el Movimiento de Víctimas trabaje por la creación
de un centro de memoria y documentación, que cumpla a la vez
funciones de archivo de seguridad, y espacio de diálogo público
sobre la verdad histórica. Allí pueden tener cabida
los resultados de los procesos de investigación que se han
desarrollado desde las víctimas, los bancos de datos de las
organizaciones de derechos humanos, y los bancos documentales de las
organizaciones sociales, políticas y sindicales, así
como los informes y compilaciones documentales disponibles.
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Una estrategia para el acompañamiento
solidario con las víctimas: la Comisión Ética
El Movimiento de Víctimas declara su derecho a salvaguardar
la memoria histórica a través de la conformación
de una Comisión Ética que custodie y comparta con la
sociedad colombiana y con la humanidad, la verdad histórica
de las víctimas de crímenes de Estado, así como
el concepto que tiene, basado en el Derecho Internacional y en los
Derechos de los Pueblos, de lo que significa la justicia y la reparación
integral. La Comisión Ética nace ante la ausencia de
un aparato de justicia que aborde de modo preciso el genocidio y los
crímenes contra la humanidad; nace ante el desconocimiento
de los derechos de las víctimas, y ante la banalización
de los contenidos de la verdad, la justicia y la reparación
en la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación,
creada por la Ley 975/05. La Comisión Ética sesionará
durante 10 años con 25 miembros internacionales y 5 nacionales;
personas y organizaciones de reconocidas calidades éticas de
Norteamérica, Suramérica, Europa, África y Asia.
Promoverá la creación de casas de custodia de la memoria,
el cuidado de los testimonios y objetos de las víctimas. Así
mismo, animará espacios públicos de la memoria con museos
públicos, construcción de monumentos, rastreo de fosas
comunes y prácticas alternas de exhumación, parte del
Derecho a enterrar.

La Comisión Ética como construcción de propuestas
de verdad, de justicia y de reparación con los familiares,
las comunidades y las organizaciones de víctimas -indígenas,
afrocolombianos, mestizos, mujeres, niños y jóvenes-
recopilará insumos fundantes para la futura conformación
de una auténtica Comisión de Esclarecimiento Histórico,
cuando en Colombia existan garantías reales para la misma.
La Comisión Ética acompañará las prácticas
de las víctimas en la afirmación de sus derechos a la
memoria, a la verdad, a la justicia y a la reparación integral
con museos populares, casas de semillas, peregrinaciones, creación
de zonas de reserva y de catastro alternativo, exhumación de
restos, protección de bienes y de la biodiversidad, actos públicos,
ruedas de prensa, etc. Al final de su mandato, la Comisión
Ética hará públicas de modo integral y sistemático
tanto las propuestas en materia de verdad, justicia y reparación;
así como, el acumulado histórico de las víctimas
-que deberá ser reconocido por el Estado- y la iniciativa de
ley para la constitución de un nuevo aparato de justicia.
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Una estrategia para la no repetición:
la prohibición legal del paramilitarismo
Las estrategias paramilitares han causado un grave daño
a la sociedad colombiana. Además de sembrar muerte y terror,
se han constituido en la principal forma de eliminar a la oposición
política y social. El origen histórico y la existencia
presente del paramilitarismo es responsabilidad del Estado colombiano.
Hoy quiere hacer de él un poder legitimado y un poder económico
mediante la preservación de su acumulación sangrienta
de capitales.
Por eso, el Movimiento de Víctimas considera que entre las
garantían de no repetición de los crímenes contra
la humanidad y el genocidio en Colombia, debe figurar la proscripción
de las estrategias paramilitares en el país. Dicha iniciativa
consiste en la redacción de un proyecto de ley, con carácter
de reforma constitucional, que prohíba cualquier disposición
que intente validar al menos tres modalidades de paramilitarismo.
El proyecto de ley decretará, en primer lugar, la interdicción
de cualquier política pública tendiente a armar a los
civiles, o a otorgarles funciones propias de las fuerzas militares
o de los cuerpos de seguridad estatales (cooperativas de tipo “Convivir”,
redes ciudadanas de informantes y cooperantes, etc.).
El proyecto de ley precisará la tipificación del delito
de alianzas entre los agentes estatales y los grupos paramilitares,
y aumentará las sanciones para quienes incurran en esta práctica
o fomenten la infiltración paramilitar en el Estado, y el uso
de la contratación pública para el beneficio de particulares
pertenecientes a organizaciones paraestatales.
El proyecto de ley prohibirá la planificación de operaciones
encubiertas de tipo paramilitar por parte de miembros de la Fuerza
Pública, y la conformación de escuadrones de la muerte
y grupos mercenarios sobre el territorio nacional.
El Movimiento de Víctimas es plenamente conciente de que con
la actual composición del Congreso de la República una
norma de estas características no tiene ninguna posibilidad
de ser aprobada. Sin embargo, perseverará hasta que esta norma
adquiera un rango constitucional y se convierta en un patrimonio de
la sociedad. Igualmente, hará de esta propuesta un instrumento
para abrirle paso a la controversia política sobre las garantías
de no repetición de los métodos del terrorismo estatal
y la depuración de la fuerza pública.
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Una estrategia para la reparación:
el catastro alternativo
Para el Movimiento de Víctimas la reparación
no es un acto caritativo del Estado, ni una transacción para
tasar la dignidad de las víctimas por una suma de dinero. Tampoco
es una colecta de dineros de la cooperación internacional o
un deber de todos los ciudadanos a través de nuevos impuestos,
como lo han sostenido el Gobierno Nacional y el presidente de la Comisión
Nacional de Reparación y Reconciliación. Quienes tienen
que reparar son los causantes del daño y los actuales detentadores
de la riqueza que ha sido usurpada a las comunidades y grupos agredidos.
Para el Movimiento de Víctimas, la reparación es un
proceso de justicia con quienes han sufrido la violencia y con la
propia sociedad. Por eso, el Movimiento reitera su compromiso de impulsar
el Mandato Agrario del cual hace parte la propuesta de la elaboración
de un catastro alternativo como mecanismo directo de acopiar información
sobre los bienes, las tierras y territorios de las victimas, que fueron
usurpados por la política de terrorismo de Estado.
El catastro alternativo es la búsqueda de información
sobre la magnitud del despojo, e intenta poner en evidencia que el
desplazamiento forzado es una estrategia de contrareforma agraria,
que establece un nuevo proceso de acumulación de tierras. Con
esta herramienta las victimas podrán demandar las 5 millones
de hectáreas de territorio que fueron usurpadas violentamente
a campesinos, comunidades afrocolombianas, indígenas y colonos.
También podrá reclamar la responsabilidad estatal por
haber permitido o auspiciado directamente este despojo violento.
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Una estrategia de lucha contra la desaparición
forzada: la exhumación de las fosas comunes y el derecho a
enterrar
Las víctimas de crímenes de Estado declaran
su derecho a exhumar los restos mortales de las fosas comunes y a
enterrar dignamente a las miles de personas que fueron sometidas al
crimen de la desaparición forzada como parte de la estrategia
paramilitar.
Muchos familiares saben dónde se ocultaron los restos mortales
sus seres queridos. Muchas comunidades presenciaron la eliminación
de sus líderes y miembros en las fincas que se convirtieron
en centros de exterminio, en las que fueron sepultadas las víctimas.
Pero hoy no pueden darles digna sepultura, pues aún persiste
en las regiones el control de las mismas estructuras militares regulares
e irregulares que torturaron, desaparecieron y después asesinaron.
El Movimiento de Víctimas sostiene el legítimo derecho
a elaborar el duelo, a saber dónde pueden los deudos visitar
a sus familiares, y dónde las comunidades pueden rendir homenaje
a quienes fueron inmolados. Afirma su derecho a encontrar a los desaparecidos,
a saber dónde están, a recuperar los restos de humanidad,
sus restos. Concibe el derecho a exhumar como la posibilidad de re-crear
las vidas de quienes sufrieron los crímenes, de revitalizar
los ríos, las tierras, liberándolas de ser el recinto
del ocultamiento, y la impunidad de los perpetradores. Ratifica el
derecho a convertir el dolor en esperanza, en la posibilidad de esclarecimiento
de la verdad, y de dignificación del nombre, las opciones,
los ideales, y proyectos de vida de quienes fueron desaparecidos.
Ese derecho es el de la resistencia y la resilencia. Es el derecho
a exhumar la vida y la memoria.
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Una estrategia de lucha contra el genocidio
político: verdad, justicia y reparación para las víctimas
y los sobrevivientes de la Unión Patriótica
La oposición política ha sido perseguida y
ha intentado ser exterminada en Colombia. Los crímenes hacia
estas expresiones son una práctica de represión a la
construcción de alternativas sociales y políticas como
una salida civil a las causas del conflicto armado.
El Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado siente
propios los colosales esfuerzos de las victimas y los sobrevivientes
del Partido Comunista Colombiano y de la Unión Patriótica,
por conocer la verdad plena, acceder a una justicia que castigue ejemplarmente
a los promotores y autores del genocidio político que se ha
perpetrado en su contra, y beneficiar y obtener reparación
integral a los más de 4.000 crímenes cometidos contra
sus militantes. Además, respalda plenamente la búsqueda
de reparación política y de restitución de los
cargos públicos en todas las instancias de gobierno y estado.
El Movimiento de Víctimas expresa su apoyo irrestricto a la
decisión de suspender la etapa de búsqueda de solución
amistosa que venía haciendo curso ante la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos en el caso No. 11.227 que se sigue contra el Estado
colombiano por genocidio y grave violación de los derechos
humanos y las libertades políticas de los miembros de este
partido y el movimiento de oposición UP.
Para las víctimas del Estado, el gobierno del presidente Álvaro
Uribe Vélez y las instituciones oficiales encargadas, no solo
no han avanzado en las investigaciones ni ha castigado a los responsables
y usufructuarios de este exterminio, sino que, por el contrario, realizan
constantes esfuerzos por descalificar y estigmatizar públicamente
la legitima labor de los sobrevivientes de esta aniquilación
sistemática; fomentar el más primario anticomunismo,
y hacer una apología del genocidio, que incentiva la continuación
de nuevos hechos de violencia contra los miembros de los grupos de
oposición.
Desde la perspectiva actual, para el Movimiento de Víctimas
es claro que la Ley 975/05 es una herramienta de impunidad, y por
lo tanto, no permitirá que en el caso del PCC y la UP, como
en el de otras decenas de miles de crímenes y violaciones contra
el movimiento social y popular puedan prosperar los derechos a la
verdad, la justicia, la reparación integral, la memoria histórica
y las garantías de no repetición.
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Una estrategia de organización:
el fortalecimiento del Movimiento de Víctimas
El Movimiento de Victimas de Crímenes de Estado representa
un esfuerzo de unidad y construcción de confianzas de los diversos
sectores sociales, étnicos y políticos agredidos por
la estrategia autoritaria del Estado. Al convertirse en una fuerza
social contra la impunidad, el Movimiento ha venido reuniendo a múltiples
expresiones organizadas en un solo proceso que ofrece mecanismos propios
de coordinación y consulta permanente en el plano nacional.
Una lucha exitosa contra la impunidad requiere, sin embargo, de sólidos
y pacientes esfuerzos organizativos en el plano regional, que reúna
las diversas vertientes de las victimas de crímenes de Estado
en un solo mecanismo de coordinación permanente, y haga realidad
las líneas de acción social, política y jurídica
en cada lugar. En dicha dinámica la educación y capacitación
en los temas de conflicto y paz, las vías de exigibilidad y
realización de los Derechos Humanos, y en especial, los Derechos
de las Victimas, deben ocupar un lugar importante.
La causa de las víctimas y la afirmación de sus derechos
se fortalece con la conformación de cada nueva organización
de familiares o sobrevivientes de crímenes del estado, por
ello saludamos la creación del “Movimiento Hijas e Hijos
contra la impunidad y por la memoria.
Tercer Encuentro Nacional del Movimiento de Víctimas
de Crímenes de Estado.
Bogotá D.C., 9 de julio de 2006.
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